Psicoterapia individual y parejas desde 1982

LA SUPERVISIÓN EN LA CLINICA POSTREICHIANA.

Xavier Serrano Hortelano. El Puig, Valencia, Abril de 1998.

En la Escuela Española de Terapia Reichiana (Ester), el psicoterapeuta candidat@1 al reconocimiento como especialista en Vegetoterapia caracteroanalítica (abordaje profundo) individual y en grupo; o como especialista en psicoterapia breve caracteroanalitica (abordaje focal), debe haber realizado previamente de forma positiva su vegetoterapia personal con un orgonterapeuta cualificado. Se puede hacer a la par de esta, parte de la formación denominada “didáctica de base”, y algunos cursos monográficos o de post-grado, pero sólo son válidos curricularmente hablando para la Ester cuando la persona termina su análisis personal, y unas sesiones (aquí sí hay un máximo de 50 sesiones) con otro terapeuta que permite revisar el análisis realizado y salvar posibles puntos ciegos contratransferenciales, así como elaborar la motivación profesional y sus capacidades personales para su adecuado desempeño. En ese momento es cuando se revisa el curriculum y se le indica los cursos y los pasos que debe realizar para la formación demandada. Y uno de los requisitos necesarios y fundamentales de la formación, junto a los cursos teórico- clínicos, y los seminarios de casos, es la supervisión individual.

Si bien cualquier especialista de la Ester a partir de la demanda de un psicoterapeuta puede realizar la labor de supervisar sus casos con la finalidad de mejorar su trabajo buscando el beneficio clínico de sus pacientes, sólo los trainers o supervisores reconocidos por la Ester en base a su experiencia clínica, a sus conocimientos teórico-clínicos y a sus capacidades pedagógicas, pueden supervisar a los candidat@s que se forman especifícamente con la Ester, y que son avalados por ésta en su praxis clínica desde el momento en que son reconocidos como tales, habiendo cumplido previamente el requisito fundamental antes ya descrito, el análisis personal.

Es de esta supervisión sobre la que quiero escribir estas notas. Pero antes me gustaría aclarar por qué es necesario para nosotros finalizar el análisis personal previamente, teniendo en cuenta que la duración del mismo viene determinado por el paciente y su terapeuta cuando se han cubierto mínimamente los objetivos clínicos del proceso personal, y por tanto no hay límite de tiempo como pasa en otras Escuelas y/o modelos clínicos. Y tampoco se le considera un “análisis didáctico”, como ocurre en el modelo ortodoxo psicoanalítico, donde se combina con la supervisión de casos a partir de un momento del mismo.

Utilizo este símbolo para hacer referencia al genero masculino y femenino y no tener que especificarlo en cada ocasión,siguiendo la pauta literaria actual.

Nuestra escuela parte de la realidad clínica que confirma uno de los aspectos básicos de la teoría de W. Reich, a saber, que todas las personas que nos hemos educado y desarrollado en este sistema social estamos marcados por la disfunción y la patología en mayor o menor grado. Por ello el-la psicoterapeuta debe enfrentarse primero con su propio disturbio, con su neurosis o su psicosis, con su carácter, con su filtro perceptivo, y, con la lógica inconsciente que impulsa la motiviación para ser psicoterapeuta. Si el proceso va bien, el desvelamiento de todo esto y la transformación de su carácter será también lo que le permita, sin condicionantes, sin a-prioris, elegir qué hacer con su vida en todos lo sentidos, incluyendo el profesional. Tendrá por tanto la capacidad de contacto suficiente para sentir el trabajo más adecuado acorde a sus capacidades personales, y con el cual se sentirá más cómodo. Y si realmente elige aquello que en prinicipio pensaba, y que motivó su demanda profesional, es el momento en que funcionalmente tiene sentido reconocer a esa persona como candidato y facilitarle la formación necesaria para ejercer adecuadamente su funcion clinica, para lo cual repito, lo que quizás mas le ayude sea su propio análisis personal.

Este criterio sigue el modelo desarrollado por la S.E.Or (Scuola Europea di Orgonoterapia), actualmente denominda I.F.O.C. (International Federation Orgonomic College’s), y a las cuales pertenece la Ester, según los criterios didácticos de Federico Navarro, formado por Ola Raknes, colaborador y discipulo de W. Reich, habiendo trabajado previamente durante años como psicoanalista freudiano, y posteriormente jungiano. Y, como decía sigue unos criterios basados en la realidad clínica, porque en muchas ocasiones nos hemos encontrado con que a lo largo de la vegetoterapia personal la persona conforme iba cambiando su forma de percibir la realidad y asimismo, iba modificando su proyeccion profesional y dejaba de interesarse por el oficio de psicoterapeuta, y en otras ocasiones ha ocurrido al contrario, personas que no se hubieran imaginado nunca de psicoterapeutas acaban ejerciendo de forma muy positiva esta tarea. Si desde el principio del análisis ya estamos afirmando su “vocación” en base al título “análisis didactico”, o hacemos una terapia con tiempo limitado, que lo diferencia del resto de pacientes, estamos protegiendo los aspectos narciso-compulsivos del candidato y por tanto evitando su transformación caracterial y personal, siendo un mero trámite, en muchas ocasiones para cumplir con la institución y para el curriculum del candidat@. A nosotros nos interesa que realmente el-la psicoterapeuta, en este caso, reichiano, tenga una suficiente capacidad de contacto, de empatia, de humanidad, de bondad, de agresividad, de autonomia, de gestión de sus pulsiones, de bienestas y de autorregulación energético-sexual como para que se evite lo mas posible los errorres técnicos provocados por limites personales del psicoterapeuta, y que se reflejarán en gran medida en la contratransferencia neurótica, de difícil solución, entre otras cosas porque el espacio terapéutico es muy íntimo y de difícil acceso al mismo, y por tanto resulta complicado saber si ese profesional hace adecuadamente su trabajo.

Precisamente, y a pesar de que sea mas dura la formación de esta manera, da más garantías a la institución, y por lo tanto a los pacientes, de la capacidad personal del futuro analista o terapeuta, estando listos a partir de ese momento para complementar su formación con los aspectos clínico-didácticos. Siendo, como señalaba antes, en todo este proceso, un tema fundamental, la supervisión individual con un supervis@r cualificado.

Por supervision individual se entiende el aprendizaje clínico del candidat@- supervisad@ compartiendo tiempos con un trainer-supervis@r reconocido por la Escuela, donde describe la evolución de sus pacientes, o de al menos alguno de ellos, relatando lo acontecido en las sesiones, y su propio estado de ánimo durante las misma. Y siendo una tarea didáctica, sale, al mismo tiempo, el paciente de forma indirecta.

Para Grinberg2 “el objetivo más importante de la supervisión es el de la transmisión del conocimiento psicoanalítico de una generación a otra por medio de la información y la confrontación, tal como lo señala Levobici, y a través de una verdadera alianza de trabajo, según la feliz expresión de Frijling-Schreuder” (Grinberg, 1986).

Así pues, son dos los elementos que se abordan en la supervisión: garantizar la evolución positiva de los primeros pacientes de los candidatos con la clínica postreichiana, para evitar lo más posible los errores técnicos que como novatos podrían existir, y facilitar el aprendizaje clínico del futuro orgonterapeuta. En cuanto que este aprendizaje también se realiza, de forma paralela en seminarios de casos y en los cursos teórico-clinicos especializados, en las sesiones de supervisión el supervis@r deberá centrarse en explicar la lógica clínica concreta de ese caso, y no disertar teóricamente en exceso. Si bien es importante no pasarse al extremo opuesto, de centrarse exclusivamente en marcar las indicaciones clínicas a seguir con el paciente sin que el candidato conozca la lógica clínica subyacente. Es por ello importante que el supervis@r sea un profesional con experiencia clínica suficiente pero al mismo tiempo con conocimientos teórico-clínicos amplios y capacidad pedagógica para transmitirlos.

Es por tanto una función delicada y de gran responsabilidad. Como además, generalmente, l@s supervisores son profesors de la Escuela, y suelen ocupar funciones organizativas, viene a cuento recordar la frase de Freud, recogida asimismo por Grinberg en su libro citado, cuando se refería a las tres profesiones dificiles de llevar conjuntamente: ”analizar,dirigir y formar”. Por ello “nos encontramos con un grave problema en el contexto de la supervisión que, hasta donde llega mi conocimiento, no creo que haya sido encarado o resuelto en la mayoría de los institutos psicoanalíticos, salvo algunas excepciones... Me estoy refiriendo a la falta de preocupación por enseñar y preparar a los analistas graduados a que, a su vez, adquieran la capacidad para enseñar... Esto se podría salvar “por medio de cursos especiales para docentes y de la experiencia de supervisión de:

“La supervisión psicoanalítica.Teoría y práctica”.Leon Grinberg.Tecnipublicaciones,Madrid.1986
las supervisiones realizadas...”(Grinberg, 1986).A este respecto sí creo adecuado dejar espacios docentes para la formación de los futuros supervisores,los cuales junto a algun curso especializado, soy de la opinión que la supervisión en grupo, realizada periódicamente, cada dos, tres meses, y de forma permanente -tal como lo realizamos en la Ester-, y donde l@s orgonterapeutas ya especializados eligen a un Supervisor Didacta y presentan aspectos dificultosos de sus pacientes, la forma cómo han resuelto situaciones particulares así como presentan ejemplos clinicos sobre temas específicos, sea un espacio muy adecuado, para - entre otras cosas- aprender a enseñar y por tanto donde se van desvelando aquell@s especialistas que tienen también una mayor capacidad para ejercer la función de supervisor.

Asimismo quiero remarcar que el espacio de la supervisión debe ser un reflejo del “buen hacer” del clínico, y por tanto debe ser un espacio riguroso, donde ambos profesionales, el supervisor y el supervisado le den la importancia que tiene. Por ello “también la situación de supervisión debe transcurrir dentro de un encuadre específico. Entiendo por encuadre, en este caso, tanto la actitud como el conjunto de normas dadas para que la tarea pueda realizarse en las mejores condiciones posibles, sin que se vea interferida por tendencias provenientes de una u otra parte, que puedan hacer peligrar el objetivo de dicha tarea... por lo pronto el supervisor deberá cumplir con el horario y la regularidad de las sesiones de supervisión en la misma forma y con el mismo celo que aplica en la relación con sus propios pacientes”... (Grinberg, 1986). Así como el abono de los honorarios, y el cumplimiento del número de sesiones por parte del supervisad@, todo ello para evitar trasgresiones incoherentes que sirvan de ejemplo al candidato que, en su momento las pueda ver justificadas por lo observado en la relación con su supervisor. Evitando, al mismo tiempo, que se convierta en un espacio terapéutico donde “se busque que el supervisor actúe como terapeuta” (Grinberg,1986). Por este motivo el supervisor deberá ser un profesional distinto de su terapeuta de mantenimiento (en cuanto que en la Ester tanto el candidat@ como @l especialista realiza periodicamente sesiones de vegetoterapia de mantenimiento).

Remarcando pues el hecho de que el espacio de la supervisión debe ser el reflejo del espacio terapéutico será importante tener en cuenta la forma en que el supervisado lleva a cabo la supervisión. Así si bien puede ser interesante que en las primeras sesiones el supervisado lleve una grabadora para escuchar después lo acontecido en la supervisión, en corto tiempo se debe asumir la posición básica que también el orgonterapeuta y el psicoterapeuta reichiano adoptan en el espacio terapeutico con su paciente: “la atención flotante”, término de Freud, según el cual, en cuanto que se siente al paciente y se le introyecta como alguien importante para @l terapeuta lo básico de lo acontecido en las sesiones así como la personalidad y su biografía momento adecuado, sin grandes esfuerzos, sin notas, sin grabaciones, teniendo en cuenta que lo único que lo puede impedir“son dinámicas emocionales no controladas que interfieran en la capacidad de la mente humana de atención selectiva” (Balint, citado en Grinberg, 1986). Para entrenarse en esa tarea el espacio de la supervisión es muy válido así como los seminarios de casos. Y para ayudar a dicha atención selectiva sí puede ser muy válido el empleo de fichas de supervisión, como las que utilizan mis supervisados, donde aparecen los items básicos para seguir la dinámica del caso. Aunque estas fichas3 no deben sustituir la narración de las sesiones, pues tanto la forma de hacerlo, como lo que siente el supervisor mientras narra el supervisado son datos que hablan del tercero, es decir del o de la paciente, y por tanto muy útiles para conocer lo que está ocurriendo en ese espacio, que como escribía lineas atrás es íntimo y de difícil acceso: el espacio terapéutico.

La Ester al trabajar dentro del modelo postreichiano con dos encuadres clínicos: el profundo (la Vegetoterapia, o V.C.) y el focal (Psicoterapia breve caracteroanalitica, o P.B.C), la forma de supervisar cambiará según sea el encuadre en que se está especializando el candidat@. Así en el caso de la P.B.C4 al ser tratamientos de seis meses de media (una sesion semanal5), las supervisiones serán más frecuentes (tres-cuatro al mes, según el número de casos que se supervise) y la duración de la supervisión de dos años, tiempo suficiente para que el candidato haya tenido la oportunidad de ver finalizados varias tandas de pacientes. Llevando paralelalmente a la supervisión unos tres casos con características distintas y que @l supervisado debe de elegir en función de la dificultad o particularidad del caso, aconsejado por el supervis@r, previo análisis del diagnóstico del resto de los pacientes si los hubiera. Es por ello importante llevar fichas de supervisión de todos los pacientes, y que el supervis@r tenga copia de ello (las fichas evidentemente se rellenarán al margen de las sesiones), aunque, repito solo se supervisen algunos casos.

Mientras que en el caso de la Vegetoterapia Caracteroanalítica, al ser tratamientos largos, de 3-4 años de media (dos sesiones a la semana sencillas de 6o una doble de 90’), las sesiones de supervisión se realizarán una o dos al mes pero durante los años necesarios para que el candidato finalice o se prevea el final del tratamiento de al menos tres pacientes de distinta estructura. Porque de esa manera garantizamos la capacidad del profesional para llevar el proceso a lo largo de las tres fases del mismo (inicial, media y final), siendo, precisamente, la final, sobre todo en la estructuras neurótica la más importante y delicada.

Un último aspecto a tratar es el de la elección del supervisor, y la relación supervis@r-supervisad@, que brevemente he mencionado anteriormente. Este tema es para mí el eje fundamental sobre el que debe girar la supervisión para que sea efectiva. Y es algo que se debe tratar de vez en cuando en las sesiones de supervisión. ¿Cómo se siente el supervisado, cómo se siente el supervisor? ¿Qué posibles desplazamientos transferenciales o contratrasnferenciales se están desplazando en ese espacio docente? si esto no se realiza muy posiblemente se vea viciada la realción y la escucha y el aprendizaje sean en gran medida obsoletos, o bien porque el supervisor realmente no enseña, o porque el supervisado no aprende, no porque no quieran, sino por posibles filtros inconscientes. Es por tanto una pregunta a realizarse de vez en cuando y a responderse con honestidad. Y por ello, desde el inicio tiene que haber una posición sincera y madura en esa relación. La cual debe de ser de colegas, pero admitiendo cada cual su funcion diferencial requisito para que se cubran los objetivos.

Creo importante para facilitar esta peculiar relación que, igual que ocurre en el contrato clínico haya una elección y una aceptación mútua. Pudiendo aconsejarse la derivación por motivos concretos, y sobre todo porque no haya empatía o buena comunicación entre supervis@r y supervisad@, siendo interesante analizar antes el tema para aprender del mismo.

Siendo también importante analizar la elección del supervis@r. A partir de la mútua elección, se debe establecer un encuadre, y por tanto un encuadre, que como veíamos antes es importante cumplir.Viendo como resistencias importantes para analizar el no cumplimiento de dicho contrato, análisis que quizás debería realizar un tercero, tal vez el comite didáctico de la institución (que agrupa a supervisores y Didactas), para evitar que se convierta en un espacio excesivamente centrado en el análisis clínico del supervisad@, olvidando el objetivo de la supervisión. Si bien es importante en dicho espacio analizar elementos contratransferenciales del supervisad@, cosa que hace referencia al paciente, y no al supervisor.

Siguiendo a Grinberg,diriamos que el “criterio para empezar un trabajo de supervisión clínica estará basado en la consideración de que el estudiante está suficientemente capacitado para formar una “alianza de aprendizaje” con el supervisor” (Grinberg, 1986).

Como hemos visto, a lo largo del artículo, he intentado exponer algunos aspectos que definen el desarrollo de un modelo de supervisión funcional, y que por tanto responde a una logica coherente respecto a los objetivos didácticos a alcanzar, buscando la coherencia con el modelo referencial clínico, el post-reichiano.

El Puig, Valencia, Abril de 1998.