Psicoterapia individual y parejas desde 1982

LA PSICOTERAPIA CARACTEROANALÍTICA:
PRAXIS CLINICA DESDE UNA POSICIÓN
POLÍTICA Y ECOLÓGICA

Del libro “Profundizando en el Diván Reichiano.
La Vegetoterapia en la Psicoterapia Caracteroanalítica”
Xavier Serrano Hortelano
Edit. Biblioteca Nueva. Madrid, 2011

1.- DESARROLLO HISTÓRICO Y MARCO TEÓRICO

Como hemos visto, a la muerte de W.Reich, algunos psicoterapeutas postreichianos van a seguir empleando la vegetoterapia de forma muy similar a como Reich lo hacía, mientras que otros manteniendo sus principales postulados teóricos y clínicos, hemos ido introduciendo algunas variables en función de nuestra experiencia y con una mirada constructiva hacia las nuevas corrientes del pensamiento vanguardista y los nuevos modelos psicoterapéuticos.

En los útimos años este movimiento ha evolucionado considerablemente tanto en el plano de la intervención preventiva en el sistema familiar y escolar como en su praxis clínica. En este sentido cabe mencionar, entre otros:

- La aplicación de la vegetoterapia al mundo artístico de M.Valimaki en Finlandia

- La labor divulgativa de H.Volpi y las aportaciones al tema de la relación terapéutica en la vegetoterapia de C.Melo, ambos brasileños

- Las aportaciones clínicas que han realizado B.Blomenthal en Noruega, , G.Ferri en Italia y J.L.Albina en Francia.

- La línea de investigación y de intervención preventiva ,educativa y psicosocial que desarrolla la Escuela Española siguiendo los pasos de W.Reich y sus colaboradores orgonomistas y que actualmente se desarrolla dentro de la denominada por X.Serrano “Ecología de sistemas humanos.

- Asimismo debo destacar las importantes aportaciones del neurosiquiatra italiano ya fallecido Federico Navarro , (Serrano 2004 a) especialmente la sistemática clínica que desarrolló, para poder utilizar de forma ordenada y funcionalmente, las distintas técnicas de intervención muscular que Reich empleaba en su praxis clínica con la Vegetoterapia y a las que F.Navarro denominaría “acting”:“intervenciones musculares específicas que provocan reacciones neurovegetativas emocionales capaces de reestructurar la sana psicoafectividad que ha sido puesta en conflicto a lo largo de la historia del individuo, dentro de un setting y de una relación terapéutica” (Navarro, 1990) Con esta sistemática dotó a la Vegetoterapia de lo necesario para articular y establecer una identidad clara y definida como modelo clínico.

Así pues, igual que ocurre en otros modelos de psicoterapia como el psicoanálisis , la suma de ciertos factores como son las diferencias culturales , las particularidades coyunturales y la formación específica de los profesionales, ocasionan el desarrollo de formas de intervención clínicas peculiares y diferenciales. Por eso actualmente observamos que hay distintas formas de utilizar la Vegetoterapia caracteroanalítica incluso dentro de un mismo país. Eso puede crear confusión entre los pacientes , alumnos y ciudadanos en general, y somos los profesionales quienes tenemos la responsabilidad de aliviarla. Para ello es necesario reconocer esta realidad respetando y reconociendo esa diversidad siempre y cuando sean prácticas coherentes con el modelo teórico del que parten y los profesionales tengan la formación adecuada. Al mismo tiempo que se denuncian a los que no cumplan estos requisitos básicos. En este sentido las escuelas de formación pueden cumplir esta función de garantes de esta realidad, ayudando al desarrollo y crecimiento de un modelo clínico con líneas de investigación, difusión y formación homologadas y consensuadas.

Personalmente, tomando como matriz referencial la formación recibida en la S.E.Or. principalmente las de mi maestro F. Navarro, he realizado algunas contribuciones que he ido elaborando junto a otros colegas dentro del marco de la “Escuela Española de Terapia Reichiana” (Es.Te.R.) Si bien nuestra actuación profesional (“ecología de sistemas humanos”) abarca la asistencia preventiva, la clínica y la investigación, en este caso voy a exponer el desarrollo de dicha praxis clínica que he definido como “psicoterapia caracteronalítica” por dos motivos fundamentales:

Situamos sus fundamentos teóricos en el definido por W. Reich como “funcionalismo orgonómico al cual se refiere F. Capra como “un sistema filosófico con una gran similitud al nuevo paradigma científico, por definición Ecológico” (Capra, 1996) en cuanto nuestro modelo teórico se entronca en el “nuevo paradigma” y como tal nuestra perspectiva intenta ser holística, sistémica y ecológica con objetivos amplios y cualitativos Siendo coherentes con esta perspectiva teórica y con la historia nos definimos como “Orgonterapeutas”[1], (esenciales, energéticos), pero nuestra actuación cotidiana y nuestra posición concreta dentro del campo de la salud, tanto desde el punto de vista metodológico y relacional como deontológico, es psicoterapéutica. Por ello ,teniendo en cuenta las aportaciones de W.Reich y de otros especialistas actuales , aplicamos a los distintos encuadres “los pilares maestros de la teoría psicoanalítica: La existencia de los procesos psíquicos inconscientes, el reconocimiento de la teoría de resistencia y de la represión, la valoración de la sexualidad y del complejo de Edipo” “(Freud 1923), así como el papel central que tiene el fenómeno de la “transferencia” (Freud 1912).

De ahí que sea fundamental para nosotros establecer una relación psicoterapéutica empática y consistente, que sea la base para una intervención clínica donde es la persona la que va tomando conciencia de sus procesos internos, siendo protagonista activo de su proceso de cambio acompañado por el especialista.

De igual manera los medios clínicos se derivarán de ese “setting” analítico y también de su foco de atención, el “carácter”. Lo cual significa que emplearemos herramientas “psíquicas” y “corporales” en cuanto que W. Reich al definir el término “carácter” como la “coraza del yo”(Reich, 1936), unificó en ese concepto la dualidad psicosomática. Eliminando la disociación semántica existente a la hora de describir las defensas psíquicas y las reacciones somáticas de forma separada, o lo que es lo mismo, lo que corresponde al “cuerpo” o a la “mente”. Porque el disturbio energético afecta, en mayor o menor medida, tanto al sistema psíquico como al somático, ya que desestabiliza el equilibrio defensivo (la coraza), es decir, el carácter. A sabiendas de que ese equilibrio, o “neurosis caracterial”, egosintónica, implica “per se” un estado patógeno asintomático pero que merma el yo,distanciándolo de sus potencialidades: “La falta de comprensión de la enfermedad no es un indicio absolutamente seguro, pero sí esencial, de la neurosis caracterológica. El síntoma neurótico se experimenta como un cuerpo extraño y crea una sensación de estar enfermo. En cambio el rasgo neurótico de carácter, tal la exagerada tendencia al orden del carácter compulsivo o la angustiada timidez del carácter histérico, están incorporadas orgánicamente a la personalidad. Uno puede lamentarse de ser tímido, pero no se siente enfermo por ese motivo. El individuo no se siente enfermo hasta tanto la timidez caracterológica se convierte en un ceremonial compulsivo, esto es, hasta que el carácter neurótico no se exacerba en cuanto a sus síntomas” (Reich, 1933)

Por tanto con el término “caracteroanalítica” se está manteniendo la coherencia del encuadre analítico teniendo presente las aportaciones del discurso funcional reichiano y de la “identidad psicosomática” sin necesidad de hablar de “terapia corporal”, “psicocorporal”, o de “somatoterapia”, que de alguna manera están reflejando esa disociación: “La psique y el soma son dos entidades independientes, mutuamente interrelacionadas (paralelismo psicofísico). Veo la interacción dinámica de la psique y el soma como una identidad funcional psicofísica. Parecería un sin sentido hablar de dos procesos separados y autónomos que obedecen sus propias leyes, o de una dependencia parcial de uno sobre otro. Más bien, intentaremos probar que, las funciones psíquicas y somáticas primarias son absolutamente idénticas, considerándolas como procesos básicos vitales, y que bajo ciertas circunstancias se dividen en funciones contradictorias -por lo que debemos hablar de una dualidad funcional antagónica”. (Reich, 1934, c)

Y como hemos visto en el capítulo anterior Reich llega a la conclusión de que “que todo análisis debe ser un análisis del carácter”. (Reich,1933)

Así pues, siendo nuestro foco de actuación, tanto a nivel preventivo como clínico el carácter, es por lo que veo coherente utilizar el término “Psicoterapia caracteroanalítica”, el cual nos permite a su vez englobar los distintos encuadres que modulan nuestra praxis funcional: atención en crisis, psicoterapia breve (psicoterapia breve caracteroanalítica, P.B.C.) y psicoterapia profunda (Vegetoterapia caracteroanalítica estructural, V.C.E.).

2.- PERSPECTIVA BIOSICOSOCIAL Y ECOLOGICA DE LA ENFERMEDAD-SALUD

Partimos, de la concepción biopsicosocial de W. Reich, según la cual , la predisposición hacia la enfermedad o al estado saludable y de bienestar está en función de la interrelación de estos tres factores básicos:

Lo saludable, concepto global y complejo ,es más un objetivo a alcanzar que una realidad tangible lineal, en cuanto que vivimos en un sistema social cuyos moduladores de estrés , y por tanto de riesgo, son permanentes.

El funcionamiento social es pues la primera causa de sufrimiento emocional y de disturbio psicosomática, en cuanto está basado en un sistema productivo donde la plusvalía ,la jerarquía la explotación y la represión de la sexualidad (que no del “sexo”) y de las emociones, siguen siendo sus características principales manteniéndose activo gracias a las estrategias culturales y de marketing que incentivan “falsas” necesidades en los ciudadanos incentivando el consumo salvaje y desorbitado necesitando trabajar más, fortaleciendo así una dinámica competitiva y unas relaciones embrutecidas que se proyectan en los sistemas familiares y escolares que son , a su vez, los que mantienen este estado de cosas.

De hecho, como ya hemos visto en el capítulo anterior, nuestro proceso madurativo (ontogénesis) al desarrollarse dentro de sistemas reflejo de esa realidad social descrita y que distan mucho de lo que serían funcionamientos ecológicos, se caracterizará por una clara predisposición a la enfermedad, y a un proceso de acorazamiento que anulará nuestra capacidad de autorregulación, limitará nuestra percepción, nuestra capacidad de placer y de “ser persona”, siguiendo la acepción de H.Bergson.

El organismo “saludable” sería aquel que en su desarrollo madurativo (ontogénico) articulara una “adecuada integración de sus funciones corporales en un sistema unitario” (Reich,1948). Lo cual se produciría si durante dicho desarrollo se establecieran unas relaciones vinculares, afectivas, y amorosas en una atmósfera cálida y protectora creada por la existencia de un ecosistema familiar estable y satisfactorio, ”amoroso”.

Recordemos que investigaciones recientes evidencian lo que Reich ya intuía y observaba en su “diván”, esto es, las consecuencias emocionales y psicosomáticas de la falta de contacto, de afecto, de disponibilidad emocional y corporal durante los primeros meses. Así lo vemos reflejado en la teoría del “apego” (Bowlby,1969), la “urdimbre afectiva” ( Carballo,1952,1984) , el “continuum vincular amoroso” (Serrano 1994,b) y en otros investigadores actuales: ”La estimulación sensitiva asociada a la interacción social afectiva, induce un modelo de respuesta psicofisiológica que provoca la sedación, la relajación, disminuye la actividad simpático adrenérgica y aumenta el tono de los nervios del vago (parasimpático). Permitiendo un desarrollo metabólico y endocrino que favorece el almacenamiento de nutrientes y la maduración. Considero que la liberación de oxitocina desde las neuronas de escasas células en el núcleo paraventricular (PVN), como respuesta a dicha estimulación sensitiva, asienta este modelo de actuación en el ámbito hipotalámico”( Uvnas-Moberg, 1997)

Esta relación amorosa primaria , reforzada por un posterior desarrollo evolutivo hasta la adolescencia, basado en estos criterios psicosomáticos, permitiría la estructuración de las funciones organísmicas básicas .Por ello, “si no hay disturbio, el patrón de organización se realiza de forma unitaria, de las funciones menos complejas a las más especializadas (de la motricidad al lenguaje). Bajo una dinámica evolutiva cefalocaudal de las funciones del primer segmento (telerreceptores) a las funciones del séptimo y último segmento (bipedestación y sexualidad genital) a través de la maduración de la función sexual ("fases sexuales"), utilizando diversos medios (relaciones objetales) hasta alcanzar un estado de madurez integrativo que Freud denominó “estadio genital” y que Reich lo determinaría por la “capacidad orgástica” , en cuanto el organismo en su totalidad, tiene una capacidad para vivir placer y la serenidad de forma plena y sistémica, lo que se refleja puntualmente en la experiencia orgástica “ (Serrano,1984).

Todo este proceso configuraría una Estructura humana funcional y saludable, en proceso de crecimiento, de creatividad y con capacidad de autorregulación (autopoiesis expansiva). Siendo mediador de esta integración el sistema diencefálico-hipofisario, puente entre el sistema nervioso vegetativo y el sistema nervioso central, con las correlaciones neurohormonales consiguientes.

Pero lo que hemos observado en nuestra practica, tanto en la clínica profunda de adultos como en la asistencia preventiva en sistemas familiares, es que la entrada de un nuevo ser en el mundo está mediatizada por unas exigencias de los ecosistemas sociales que no siempre coinciden con las necesidades instintivas, es decir, biológicas, creándose un fuerte conflicto relacional que genera un claro estrés al no satisfacer las necesidades del sistema en desarrollo :embarazos rutinarios o no deseados, partos donde se mezcla la necesidad de no sentir el dolor por parte de la madre con la consiguiente desconexión de su experiencia uterina con la violencia con la que, en general es tratado el “organismo intrauterino”(Serrano, 1988 a, b), por el personal sanitario. El apego afectivo primario gravemente alterado por la falta de relación con la madre por la entrada en los jardines infantiles en los primeros meses de vida o por otras razones que limitan ya todo el proceso de identidad personal y social , ecosistemas familiares donde no hay compenetración de funciones entre sus miembros favoreciendo la ansiedad y el estrés en la madre con consecuencias nocivas para su bebé, y tantas otras situaciones que Reich agrupaba bajo el término “el asesinato de Cristo”. Asesinato de nuestras potencialidades como seres humanos por nuestra propia especie.Y todo esto se ignora o se menosprecia. Esa falta de conciencia ecológica es clave para explicar nuestra precaria situación.

No se trata de culpabilizarnos por ello, pero sí debemos asumir la responsabilidad que cada uno tiene en este sentido y en nuestra vida cotidiana. Tenemos a nuestro alcance la posibilidad de cambiar muchas cosas si sabemos recuperar nuestra humanidad. Es por ello que el discurso preventivo y la intervención en los sistemas humanos está tan vinculado a nuestra visión clínica tal como hemos desarrollado en otros libros (Pinuaga-Serrano 1997, Montero, 2004).

Así pues nos enfrentamos a una dinámica social donde los ecosistemas humanos son los propios moduladores de distrés de los nuevos mamíferos-seres humanos. Teniendo presente que “siempre que se habla de estrés en los procesos de la enfermedad, se hace en referencia a un fracaso adaptativo, de gran resonancia emocional. El estudio del estrés se encuadra así en las líneas de investigación que parte de la hipótesis de vincular la emoción a la lesión” (Valdés, 1983).

Tanto esta teoría del estrés desarrollada por H. Selye ( ver Carballo,1984);y otras como la teoría de “la inhibición de la acción” de H. Laborit (1979) ; la “inmunología cognitiva” de orientación sistémica de F .Varela(2000) y H Maturana(1990) sostenida en descubrimientos científicos como el de los “péptidos”(manifestación bioquímica de las emociones) de C.Pert y su equipo de Maryland (ver Capra,1996 y Janov 2000); y la “teoría del Orgasmo” de W.Reich, han puesto los fundamentos biológicos y empíricos a las hipótesis y evidencias clínicas psicoanalíticas, y que F. Navarro definió como “funcionalidad somatosicodinámica”(Navarro 1989,a).

Dicho estrés o “distrés”(ver Carballo 1974), predispone a una Estructura humana que ha perdido la capacidad de autorregularse y por tanto adquiere un patrón de organización forzado, jerárquico, con funciones más desarrolladas que otras, con una disociación entre sus partes y por tanto vulnerable e inestable y como consecuencia tendente a la contracción y a la mutación celular. Para mantener esta “autopoiesis”( Maturana 1990) que sustituye a dicha autorregulación, debe generar progresivamente un sistema defensivo que, como ya hemos visto, ocasiona una coraza caracteromuscular con sus consecuencias neurovegetativas y neurohormonales que coinciden en gran medida con los cuadros de estrés avanzado y afectando al sistema respiratorio, en cuanto que, como Reich hipotetizó: ”hay un proceso que anula la regulación involuntaria de la respiración. Se trata de la emoción. El miedo, la alarma, la rabia y el terror influyen sobre la respiración. Los centros corticales relajan el pecho para controlar el sollozo y a lo s músculos de la región bucal para ahogar el grito. El tórax se agarrota para sofocar el miedo y el diafragma se detiene de forma que no se muestre la emoción. La respiración refleja la función global de la expansión y la contracción. Si los conductos, capas y bolsas carecen de flexibilidad, se reflejará. Muchos patrones ventilatorios exhiben un estrecho margen de experiencias. Quizás en su vida temprana, una persona no fue acariciada lo suficiente o fue tratada con hostilidad. En ambos casos dominará un patrón de miedo más que uno de placer.” (Keleman,1985)

También hemos ido observando que las respuestas defensivas ante los factores distresantes no son siempre las mismas, dependiendo en gran medida del momento evolutivo en que se producen dichos factores, de su intensidad, y del “objeto” o figura afectiva” que los ocasiona, tanto directa como indirectamente, de forma digital o analógica.... Hasta el punto de que si confluyen estas variables de una forma determinada pueden crearse patrones de organización entre los sistemas que forman estructuras humanas muy diferentes. Y por tanto, la forma de percibir la realidad, de sentir, de emocionarse, de razonar, de relacionarse, de moverse, de respirar, de Vivir, en una palabra, serán diferentes.

En esta línea de investigación iniciada por F.Navarro, y retomando estudios actuales que van en esta misma línea describo tres tipos de Estructura humana claramente diferenciales: la de carácter neurótica o adaptativa , la límite o nuclear y la mimética o psicótica, desarrollando una sistemática para aproximarnos a determinar el tipo de estructura de la persona y su forma particular de prevención y tratamiento.

El desarrollo de la enfermedad y la sintomatología manifiesta va a estar condicionado, por tanto por el tipo de Estructura y por la dinámica cotidiana (influencia de los ecosistemas sociales) en la que se desenvuelve cada persona, y por ello podrá ser útil también en la prevención de las “Biopatías o enfermedades funcionales” (Navarro 1989, a,1997). Siendo algo común el hecho de que , “ la enfermedad, manifestándose de una forma u otra, formará parte de nuestra realidad personal en cuanto vivimos en una sociedad desconocedora de las necesidades reales del embrión, del feto, del neonato, del niño-a o del-la adolescente y cada vez más deshumanizada” (Serrano, 2001).

Y si bien una de las funciones de la coraza defensiva es evitar la emergencia de la sintomatología y la conciencia del trastorno, que Reich definíó como “neurosis caracterial”, -donde el estado “normal “ es por tanto neurótico, en cuanto supone una adaptación al desequilibrio, evitando las manifestaciones patológicas -, difícilmente podremos evitar que, sin perder la estabilidad emocional ni social- al menos en determinados momentos-, sintamos vacío existencial, insatisfacción, ansiedad, falta de serenidad y de placer en las cosas cotidianas. Momentos de crisis personal, de duda, de ambigüedad, de conflictos con la pareja, en el trabajo, con la familia. Momentos que deberíamos darles mucho valor y pararnos a escuchar porque es el eco de nuestro sufrimiento , de nuestra insatisfacción interior, el “quejío” que nuestro “yo” lanza desde su destierro infernal en las profundidades de la “caverna platónica”, y que solemos acallar porque en nuestro hechizo confundimos “lo divino con lo diabólico”, identificando las crisis como algo “demoniaco” que hay que evitar y superar sin preguntar. Actitud que mantiene la estructura médica alienante actual.

Son precisamente esos momentos, esos tiempos oscuros, dolorosos, confusos los que pueden servirnos de plataforma, de trampolín para lanzarnos a la aventura de explorar nuestro interior, de iniciar el viaje hacia nuestro propio “infierno” ,sino no encontramos otra forma, con ayuda de un psicoterapeuta , y tal vez ,eligiendo -entre los diversos modelos, el del “diván reichiano”.Pero en todo caso son esos momentos, esas “brechas de la coraza” (Reich, 1949,c) las que podemos aprovechar para descifrar el código de nuestros síntomas, comprender lo que quieren decirnos , reducir nuestra disociación y aumentar nuestra capacidad de contacto con nuestras necesidades reales avanzando en el camino de nuestro crecimiento personal y de nuestra salud.

Como profesionales de la salud, agentes sociales, de cambio y no meros mecánicos normalizadotes, junto a la colaboración con otros colectivos que denuncian y reivindican cambios sociales y políticos, participamos también en este proceso de cambio utilizando herramientas preventivas y clínicas que puedan ayudar a cubrir ese objetivo .tomando como referencia la idea de W.Reich de que la política es cosa de todos y se debe dar en todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana.

Desde esta posición consideramos necesario utilizar distintos settings o encuadres ( atención en crisis, focal, profundo) dentro de un abordaje individual, de pareja y de grupo, según las necesidades del paciente contando con equipos de intervención pluridisciplinarias para abordar con eficacia la mayoría de trastornos de personalidad, cuadros psicopatológico y psicosomáticos así como las disfunciones sexuales.



3.-FORMAS DE INTERVENCIÓN CLÍNICA: ATENCIÓN EN CRISIS, BREVE (P.B.C.) Y PROFUNDA ( V.C.E.)

Desde nuestra Escuela excepto en las situaciones que exigen una “atención en crisis”, creemos necesario comenzar con una evaluación clínica (D.I.D.E) para determinar el tipo de encuadre, manejar un pronóstico, y poder aplicar la praxis clínica acordada en función de las distintas estructuras humanas.

También hemos ido modulando formas de actuación coherentes con el paradigma reichiano en función del tipo de asistencia que tengamos que desarrollar con pacientes adultos y como mencionamos anteriormente el abordaje infantil se está investigando, así como el abordaje de los conflictos de pareja, y de sistemas humanos, en general, ver Serrano 2007)

También, como ya hemos visto en el capítulo anterior, en ocasiones , nos encontramos (sobre todo en centros públicos u hospitales) con la necesidad de realizar una atención en crisis, siendo el único encuadre donde la praxis clínica se debe realizar sin tiempo para el diagnóstico. En estas ocasiones trabajamos siguiendo los principios de los "primeros auxilios emocionales" de Eva Reich (1983), de M. Herskowitz(1968), y de aportaciones propias, teniendo presente sobre todo la hipertensión ocular y la pérdida de contacto, la hipertensión cervical y los espasmos diafragmáticos. Nuestra posición terapéutica es activa, con un campo energético abierto y por tanto en un estado de fuerte empatía manifiesta. Y en muchas ocasiones implica realizar técnicas de intervención corporal específicas o mantener actitudes particulares que permitan la mirada del paciente para crear relación y comunicación. Es un abordaje breve y puntual, cuyo objetivo principal es canalizar funcionalmente la crisis del paciente. Para continuar después dentro de un encuadre clínico concreto.

En este sentido no puedo estar de acuerdo con la descripción que hace C.Frigola, de este tipo de intervención clínica, porque leyéndola da la impresión de que se refiere más bien al encuadre profundo que al de atención en crisis al confundir los términos “función del orgasmo” con el de “reflejo del orgasmo”: ”En el contexto más amplio podríamos definir los “primeros auxilios emocionales” como la influencia de un sistema energético (el del terapeuta) sobre otro sistema energético (el del paciente) para remover bloqueos que impiden el flujo de la energía libidinal de este último y cuya meta es el restablecimiento del reflejo biológico primordial:la función del orgasmo” (conducir al paciente a un lugar, a partir del cual, pueda “amar” (Frigola,2004). El “reflejo del orgasmo” es una de las referencias clínicas de la vegetoterapia reichiana (encuadre profundo) que permite pronosticar que el proceso está cubriendo sus objetivos clínicos entre ellos el descondicionamiento de sus defensas y pulsiones destructivas recuperando la capacidad de “amar”, que Reich definiera como “potencia orgástica” (Reich,1935). Pero para ello, entre otras cosas, es necesaria la consolidación de una relación psicoterapéutica estable, un espacio clínico organizado y un número de sesiones considerable, características todas ellas de un encuadre profundo y no de un espacio de atención en crisis (“primeros auxilios emocionales”).

Desde nuestra perspectiva, la importancia del diagnóstico se refleja no sólo en el pronóstico o en la indicación del tratamiento a seguir sino también en la posibilidad de seleccionar el adecuado tipo de encuadre para cada circunstancia. Por ejemplo , sabemos -después de años de trabajar en clínica profunda-, que el número de personas que dejan la vegetoterapia (encuadre profundo) al poco de comenzarla por resistencias analíticas (fugas terapéuticas) es mucho mayor en el caso de personas con estructura borderline, en particular en aquellas con cobertura compulsivo-masoquista o fálico-compulsiva, que en el resto. Analizando las variables que podían estar influyendo en este hecho llegamos a la conclusión de que una de las causas principales podía estar en el número de sesiones y en la periodicidad de las mismas, es decir en algunas variables del encuadre. Como trabajo de investigación decidimos que con los pacientes que tuvieran la estructura descrita, el número de sesiones mensuales sería mayor y con menor intervalo de tiempo entre ellas que el resto de pacientes . Y las cosas mejoraron. Pero también observamos que algunos de estos pacientes que habían realizado una Psicoterapia breve caracteroanalítica (P.B.C.) antes de realizar la vegetoterapia su nivel de implicación y de insight era mucho mejor y el número de fugas prácticamente era nulo por lo que decidimos tomarlo como una práctica habitual, mejorando considerablemente nuestra labor clínica. Este hecho clínico junto a la realidad social de muchos pacientes que no tienen el poder adquisitivo necesario para realizar un tratamiento profundo como el de la vegetoterapia ayudaron a configurar y a reforzar el desarrollo de una sistemática, ya mencionada anteriormente,que definí como "Psicoterapia breve caracteroanalítica" (P.B.C) (Serrano,1992,) y que expongo de forma detallada en mi último libro ( Serrano 2007)

En esta intervención focal al tener unos objetivos limitados, tanto las características del encuadre como las herramientas técnicas que utilicemos son distintas al de la Vegetoterapia, para evitar la ruptura de las defensas y bloqueos esenciales, la regresión y la neurosis de transferencia, porque no tenemos tiempo para abordar todo ello. Para ello el psicoterapeuta tendrá una posición analítica pero más directiva, utilizando mucho los señalamientos, combinando durante el tiempo de la sesión un espacio verbal “bis a bis” con la inserción de algunas herramientas somáticas estando el paciente tumbado en el diván. Las sesiones son semanales y la duración estará prefijada con una media aproximada de veinte sesiones. Las sesiones individuales se pueden combinar con dos sesiones de grupo al mes de dos horas cada sesión (o una sesión de tres horas, en función de las circunstancias específicas de cada gupo), pero siempre comenzando en la tercera fase del tratamiento , a partir del tercer mes.

Con aquellas personas que por sus particularidades logísticas y clínicas podemos recomendar nuestro encuadre profundo de la vegetoterapia caracteroanalítica se les propone un “contrato terapéutico” diferente al del encuadre breve en cuanto los objetivos van a ser muy diferentes y de índole estructural. En ese sentido es importante que conozcan la características propias del “setting” o encuadre de dicho proceso profundo, a través de lo cual se establece una complicidad o “alianza de trabajo”(Greenson ,1967), en base a los objetivos establecidos, y los medios a utilizar entre los que se encontrarán las particularidades del encuadre clínico. Pero lo que permite el desarrollo del contrato y da sentido al encuadre clínico será la progresiva creación de una "relación psicoterapéutica" - "dicotómica y funcional ”favoreciendo el asentamiento y mantenimiento de dicha "alianza terapéutica o de trabajo" y elaborando analíticamente la "neurosis de transferencia" (Freud, 1912), “psicosis de transferencia “(Searles,1963) o “vínculo relacional" (Serrrano,1991,b), y la "contratransferencia" (Freud 1912, Reich ,1934) dando especial importancia a la transferencia y contratransferencia negativa. Todo ello permite asentar el “espacio clínico “ eje del proceso psicoterapéutico.

Teniendo, por tanto, muy presente que el psicoterapeuta caracteroanalítico u orgonterapeuta modulará su forma de estar y de relacionarse con el paciente en función del tipo de encuadre (crisis, breve o profundo) y de la estructura del mismo.

Desde esta perspectiva tiene un sentido funcional el hecho de que con determinadas personas un mismo psicoterapeuta tenga una postura más aséptica y neutral tal como indica la ortodoxia analítica freudiana (en el caso de las personas con una Estructura de carácter neurótica) mientras que en otros casos el psicoterapeuta se comportará de una forma mucho más empática y cercana, posición más cercana a la corriente denominada “intersubjetiva”(con personas con una estructura psicótica). Esta flexibilidad funcional marca una diferencia importante con el resto de modelos en cuanto no tienen en cuenta esta posición diferencial estructural, observando en su práctica clínica contradicciones o aspectos que no cuadran con su perspectiva general lo que lleva en muchos casos a crisis profesionales o a una actuación excesivamente mecánica sin un contacto pleno con la realidad clínica.

Dentro de las diferencias de la práctica clínica entre el encuadre breve y el profundo una de las más evidentes y significativas es el uso de una de nuestras herramientas psicocorporales, - en este caso neuromusculares -, principales, el “acting”.